domingo, 4 de noviembre de 2012

TÓPICOS LITERARIOS EN LA EDAD MEDIA



1. Devastación y muerte en la Edad Media
Las numerosas calamidades que sufrió la población europea de la Baja Edad Media convirtieron la muerte en un tema obsesivo, tanto en la vida real como en la literatura. En efecto, las numerosas guerras, el aumento de la población en las ciudades, que trajo un sinfín de enfermedades y defunciones, y sobre todo la peste negra de 1348, que acabó con la vida de más de un tercio de la población europea, dieron lugar a una interpretación fatalista de la existencia humana, que solo tenía su recompensa en la otra vida. Juan de Mena revive el horror de la guerra cuando una madre llora a su hijo muerto: maldice las manos de quien lo matara,/maldice la guerra do se comenzara.
A partir de esta terrible experiencia, comenzó a extenderse una actitud vitalista que invitaba a disfrutar de los placeres de la vida: carpe diem, tópico que se desarrollará plenamente en el Renacimiento.
2.La muerte macabra
Para combatir esta actitud, se desarrolló una corriente moralizante que impregnó de pesimismo la literatura y las artes plásticas, y cuyo objetivo era despertar el temor hacia la muerte. Ésta era representada con una imagen repulsiva, macabra, habitualmente como un esqueleto con una guadaña, y en ocasiones, como un cadáver en descomposición.
La muerte se convierte así en la enemiga del mundo, un poder abstracto y deshumanizado que inspira terror y al que el hombre opone resistencia inútilmente.
3. Personificación de la muerte
Manrique fue el primer escritor que en la Edad Media personificó a la muerte y le dio voz para que consolara a su padre y no se le hiciera tan amargo un trance tan difícil. En sus Coplas, la muerte no se presenta de manera macabra con una guadaña, como en Las danzas de la muerte, sino que con voz serena convence al moribundo de que no oponga resistencia, porque tras la muerte le espera la vida de la fama y la vida eterna. Se trata, pues, de una muerte aceptada, humanizada, que consuela y da esperanzas al moribundo: […] vino la Muerte a llamar/a su puerta/ diciendo: “Buen caballero,/dejad el mundo engañoso/y su halago;/ vuestro corazón de acero/muestre su esfuerzo famoso/ en este trago”.
4. Tópico de la muerte anunciada: el Fatum
El fatum hace referencia a un destino inevitable que conduce a la muerte. El fatalismo –palabra derivada- implica que la muerte, como final trágico, ha sido anunciada o avisada con anterioridad. Tal vaticinio puede venir dado a través del sueño. Es el caso de Garcilaso de la Vega, que vislumbra entre sueños la muerte de su amada Isabel: ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,/ reputándolo yo por desvarío/ vi mi mal entre sueños, desdichado!
El aviso puede llegar también bajo la forma de pájaro negro (corneja), que surge por la izquierda (siniestra), como lo percibe igualmente Garcilaso de la Vega en la égloga I: Bien claro con su voz me lo decía/la siniestra corneja repitiendo/la desventura mía.
5. Tópico medieval de la muerte igualadora
Este tópico pone de relieve que la muerte no tiene en cuenta las diferencias sociales, económicas o de edad que hay entre las personas, sino que llama por igual a todos los nacidos del mundo. Se quiere subrayar así que la muerte tiene el poder de hacer iguales a todos los seres humanos, quizá como consuelo para los menos afortunados en la vida.


6. Una muerte que da vida: La Mística
A mediados del siglo XVI se desarrollaron las corrientes ascética y mística en España. Junto a un humanismo hedonista que proponía el carpe diem, o disfrute de la vida, en el ámbito del cristianismo se desarrolló una corriente espiritual (la mística) cuyo fin era la búsqueda del éxtasis amoroso mediante la unión del alma con Dios a través de la oración mental. La naturaleza misteriosa de esta unión se ve como una paradoja: el placer del éxtasis místico es la señal de que muere la vida terrena y comienza una nueva vida espiritual.
¡Oh cautiverio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando, muerte en vida has trocado.

7. La malandante
Los nombres que recibe la muerte en los textos literarios son diversos:
Malandante: así se refiere a ella el arcipreste de Hita (siglo XIV)
Malandanza: éste es el nombre que le da un poeta anónimo medieval, haciendo alusión a los malos pasos con que llega, a su propósito aniquilador: todo lo acaba la malandanza.
Parcas: personajes mitológicos, tejedoras que cortaban los hilos de la vida.
8.Amor más allá de la muerte
Poetas como Dante, Petrarca o Gacilaso de la Vega sufrieron la muerte de sus respectivas amadas. Sin embargo, ellas permanecieron post morten en sus versos, porque siguieron amándolas.
Dante espiritualizó a su amada y la vio como un ángel protector y guía, donna angelicatta:
Y parece que de sus labios surgiera
un espíritu suave de amor pleno
que al alma va diciendo:¡Suspira!
Para Petrarca, sin embargo, ese amor que pervive en él después de la muerte de su amada tiene una dimensión puramente humana. Ante la muerte de Laura, el poeta, queda sumido en una angustia existencial:
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
El amor constante más allá de la muerte lo encontraremos también, con tono enardecido, en Francisco de Quevedo, ya en el siglo XVII:
Serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado

9.Géneros: elegía, planto y endecha
Elegía: subgénero de la lírica mediante el que se expresa dolor o tristeza por la muerte de un ser querido. También encontramos un tono elegíaco, cuando nos lamentamos sobre las desgracias de una guerra, el paso del tiempo,  el recuerdo de la infancia que se nos fue, o el de un amor o paraíso perdidos.
Planto: es un poema fúnebre en el que se lamenta la muerte de un ser querido (en la literatura medieval es sinónimo de elegía, puede adoptar diversas formas métricas: cuaderna vía, romance…)
Endecha: lamento fúnebre que adopta la forma de romance de siete sílabas.
10.El mundo es un valle de lágrimas (lacrimarum valle)
El mundo es un lugar de sufrimiento que constituye la prueba que Dios pone al hombre para que éste se pueda ganar la vida eterna.
Fray Luis de León en el siglo XVI alude a este valle de lágrimas:
¿Y dejas Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro
con soledad y llanto; […]

11.El hombre está de paso en el mundo (homo viator)
El ser humano es un peregrino, un viajero, que está de paso en el mundo. La experiencia que éste extrae de su viaje modifica su visión de la vida. En los siguientes versos, Gonzalo de Berceo se ve a sí mismo como un romero:
Yo, maestro Gonzalo de Berceo llamado,
yendo de romería, me vi dentro de un prado

12. La vida es como un río (vita flumen)
La existencia humana se interpreta como el fluir de un río hacia el mar (la muerte). Así lo expresa en sus Coplas Jorge Manrique:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir.

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